- Les proponemos que sigan el cuento: Alejandro More, Eliana Acuña, Mónica Ayala, Karen Bueno y Bárbara Ponde. 3F
- Autores: Alejandro More, Eliana Acuña, Mónica Ayala, Karen Bueno y Bárbara Ponce. 3F
… Acompañé a mi mujer al Shopping y caminé por acá, caminé por allá, caminé por aquel otro lado, hasta que me cansé y me fui a caminar por aquel otro lado, y por aquel otro, hasta que fui por mi coche y me fui. Cuando llegué a mi casa, me di cuenta que me olvidé de mi mujer. Después la fui a buscar al salón de spa y había muchas mujeres con mascarillas con crema, pensé que una de todas esas era mi mujer, me la llevé a casa y luego me di cuenta que ella no era mi esposa cuando le pedí que me preparar mi plato de comida preferido y me hizo sushi, era muy feo.
Autor: Alejandro M
Como todas las mañanas. me levanto y cumplo mi tarea diaria: anotar en pequeños papelitos las actividades diarias que tenía que realizar. Anoté: peinarme, lavarme la cara, cepillarme los dientes, ponerme la ropa, tomar el taxi e ir al médico.
Cumplí todas las acciones, pero al bajar del taxi, pisé un charco y me di cuenta de que había olvidado anotar “ponerme los zapatos“; como resultado me mojé todos los pies, se me cayeron todas las anotaciones. Fue tanta la frustración con la situación que me quedé dormida, en la calle, sobre el charco de agua.
Autora: Florencia D
Después de haber encontrado a mi bastón y mi perro, olvidé en el bar de la esquina mi billetera. Es complicado recordar, porque primero pasé por una tienda de ropas, compré una camisa, pagué y me fui. Seguí caminando, entré a una zapatería y compré dos pares de zapatos, pero cuando salí de la tienda olvidé mi billetera, me di cuenta que al llegar a la esquina me robaron.
Entonces, iba caminando. Como no sabía donde había olvidado mis cosas, tuve que pedir ropa a un muchacho que estaba promocionando tarjeta naranja; como olvidé mi ropa, me puse la de él y así empecé a caminar por centro. Caminando y caminando encontré un payaso, uno de los tantos que hay en la peatonal Córdoba, nos empezamos a pelear, pero en ese momento recordé que había olvidado las ganas que tenía de tomar un helado de chocolate. Entré en la primer heladería que vi, cuando terminé fui a mi casa, vestido de payaso y no recuerdo bien como llegué.
Autora: Eliana A
Salí a andar en moto, me fui a tomar algo a un bar. Pedí un café, me cambié de mesa y me trajeron una coca; me senté en otra mesa –quien sabe como di tantas vueltas- y mi café estaba en otra mesa; me acerqué a una mesa y allí había un plato de papas fritas, seguí caminando de mesa en mesa. Tomé la coca, el café, comí las papas y conocí a un chico. El me invitó al cine, fuimos juntos.
Era hora de tomar el colectivo y cuando estaba sentada cómodamente, me di cuenta que había olvidado la moto y el chico. Bajé, fui al cine porque me olvidé de la película, la vi, volví frente al bar a buscar la moto y me volví en el colectivo. ¿Y porqué le estoy contando esta historia? ¿Dónde estábamos?
Autora: Mónica A
Para ganar tiempo me ocuparé en otra cosa, como por ejemplo en buscar mi casa, que no recuerdo donde queda. Sólo se que es de un color celeste, con la puerta blanca. Di vueltas y vueltas buscándola hasta que un vecino que me había visto merodeando por el lugar se detuvo y me dijo: “¿qué hacés mirando tan fijamente el frente de tu casa?
Autora: Cristina L
Leé los siguientes fragmentos: “El accidente de Recienvenido” y “El bastón de Recienvenido”, de Macedonio Fernández. Luego continuá la historia utilizando distintas estrategias humorísticas.
El accidente de Recienvenido”,
de Macedonio Fernández
Me di contra la vereda.
¿En defensa propia? indagó el agente.
No, en ofensa propia: yo mismo me he descargado la vereda en la frente.
La comisa de la vereda apuntó un reportero le cayó sobre el rostro a nivel de la tercera circunvolución izquierda, asiento de la palabra...
Y del periodismo insinuó el accidentado.
Que ha recobrado en este momento. Y sigue redactando el periodista: El artesonado de la acera...
No se culpe a nadie, propongo... No, eso es para suicidarse.
De mi pronta mejoría, quería decir. Ruego al señor reportero que figure algo en la noticia de "decúbito dorsal".
No hay necesidad: los operarios tipógrafos lo ponen siempre. O si no, ponen: "base del cráneo".
¿Se me dirá si me puedo levantar sin deslucir la noticia de un suicidio?
¿Iban mal sus negocios?
Nada de eso: la única dificultad ha sido el cordón de la vereda. ¿Puedo anotar oposición de familia a su noviazgo?
Otro insiste en que había mediado agresión y le ruega aclare si se interponía "un viejo resentimiento".
Alguien, un desconocido desde mucho tiempo atrás para usted, avanzó resueltamente y desenfundando un cordón de la vereda ColtBrowing se lo disparó.
En fin, Recienvenido empieza a sulfurarse y los increpa:
¡Yo estaba aquí antes que ustedes y mis informes son más anticipados! Voy a darles un resumen publicable:
"Yo caí. Fui derribado por el golpe de la orilla de la vereda; sin embargo, no necesitaba ya serlo, pues mi cabeza salió a recibir el golpe yéndose al suelo. Caí; fue en ese momento que me encontré en el suelo. Ninguna persona había”.
¡Estaba yo! Y yo.
Y yo, dicen los reporteros. (…)
“El bastón de Recienvenido”
de Macedonio Fernández
Desde que dejé olvidado mi perro, colgado
de una percha del vestíbulo o metido en el paragüero de una casa que visitaba, decidí reemplazarlo por una ornato-compañía más inseparable, pues personas de mucho éxito en la retención de sus varitas garantíanme no recordar caso alguno de olvidado bastón, aparte de otros inconvenientes que no se promueven entre bastones en los vestíbulos y sí entre perros.
Tan positivos aserto me extrañaba. Simplifiqué rápidamente la situación mental para llegar a la verdad: olvidado de comprar bastón, olvidado de este mismo bastón y olvidado de haberlo olvidado, porque la memoria de olvidar no hace distingos y el que olvida un bastón sería contradictorio que recordara haberlo olvidado y haberlo poseído.
Supongamos que yo (adoptemos la hipótesis en primera persona) he perdido un bastón. Si usted por ejemplo (adopte usted la hipótesis: es justo que usted también sea obsequiado con supuestos) presumimos que es mezclado con el pavimento que le he brindado. Mientras espero que se la pruebe, lector, para ganar tiempo me ocuparé otra cosa por ejemplo de…
(…)